Calor extremo, incendios y sequía para este verano, ¿qué hay de cierto?
Las altas temperaturas y la escasez de lluvias de esta primavera hacen temer un verano catastrófico en lo que respecta a calor, sequía e incendios. Aquí te contamos la situación actual y lo que podría pasar en los próximos meses.
Durante la primera mitad de la primavera climatológica se están sucediendo grandes altibajos térmicos que nos han dejado valores muy anómalos para las fechas, con temperaturas que han rozado los 35 ºC en la Península, mientras que en Canarias ya han pasado en algunos días de los 37º. Tampoco hay que olvidar las intensas heladas tardías de la semana pasada.
No obstante, como suele ser habitual en estos últimos años, los récords de calor han sido más numerosos que los de frío. Y ya con las jornadas veraniegas que acabamos de pasar en marzo y en la primera parte de abril, se está escuchando la típica coletilla de "si tenemos 35 ºC ahora en primavera, seguro que el verano será un infierno".
¿Nos espera un verano más extremo que el del año pasado?
Lo primero que hay que decir es que una primavera cálida no implica que el verano vaya a ser extremadamente cálido. Al menos, parece poco probable que sea como el del pasado año, que fue extraordinario, aunque si se cumplen las proyecciones climáticas, posiblemente en un futuro se vuelvan más recurrentes. Al margen de esto último, la atmósfera es la que dispone.
Hemos tenido años en lo que la primavera ha sido cálida y el verano no muy tórrido, y viceversa. Frente a las continuas y potentes irrupciones de aire sahariano que nos visitaron a lo largo del pasado verano, en otros, además del calor normal para la época, se han ido sucediendo descuelgues de aire frío que se han traducido en fuertes tormentas y noches frescas.
Aunque ya se ha comenzado a hablar de las primeras tendencias meteorológicas del próximo verano, lo cierto es que a día de hoy es imposible concretarlas para el trimestre de junio a agosto, aunque nuestro modelo de referencia actualizó hace unos días, ofreciendo una primera aproximación muy general.
A día de hoy se prevé que probablemente las temperaturas del verano climatológico serán más altas de lo normal en buena parte de España, con anomalías más significativas en el interior peninsular. En lo que respecta a las precipitaciones, de momento no se atisban anomalías destacables, aunque podría llover menos de lo normal en la mitad norte.
La sequía se agudiza y las lluvias siguen sin llegar
En cuanto a la sequía, en algunas regiones llevan arrastrando desde hace unos años un importante déficit pluviométrico. Según el SPEI, el Índice de Precipitación Evapotranspiración Estandarizada, si tomamos como referencia la situación de los dos últimos años, la peor situación la encontramos en el centro y oeste de Andalucía, sur de Extremadura, la provincia de Ciudad Real, puntos de la Meseta Norte-Cordillera Cantábrica y Cataluña.
Excepto en el tercio norte, en esta primavera las precipitaciones caídas en las zonas con mayor déficit han sido escasas e irregulares, y si no llueve en lo que queda de primavera probablemente hablaremos de un nuevo verano muy duro en algunas comarcas, con restricciones como las que vivimos el pasado año. Tampoco hay que olvidar las consecuencias en la agricultura, donde algunos cultivos y frutales ya están sometidos a un fuerte estrés hídrico ante la ausencia de precipitaciones.
Además, los embalses del sur están en niveles bajos. Pero hay que tener en cuenta que aquí también entra en juego el agua destinada a regadíos, generación de energía hidroeléctrica y consumo, no sólo hay poca agua en las cuencas meridionales por la meteorología. Nuestro modelo de referencia muestra que las precipitaciones podrían hacer acto de presencia en estas zonas a largo plazo, algo de lo que hablaremos en Meteored estos días. Crucemos los dedos, porque si no llueve en el resto de la primavera...
Incendios forestales, ¿un verano tan catastrófico como el de 2022?
Por último, un tema muy polémico: el de los incendios forestales. En las últimas semanas se han producido grandes incendios en unas cuantas regiones, en otras han habido hasta decenas de focos activos de forma simultánea. Las condiciones de altas temperaturas, viento y escasa humedad han ayudado a su propagación, pero no hay que olvidar el papel que juega el ser humano.
Muchos todavía nos acordamos del catastrófico verano del año pasado en lo que respecta a los incendios forestales, y ante lo que ya ha pasado esta primavera, existe el temor de que vuelva a pasar algo similar. Además de la meteorología, hay que tener en cuenta el papel que juegan la gestión forestal y la educación ambiental.
Los incendios provocados por pirómanos son una minoría. En cambio, un porcentaje significativo de incendios tiene su origen en negligencias, errores humanos o despistes. Y ahí es donde entra en juego el sentido común y la sensibilidad ambiental de cada uno. Esperemos que se haya aprendido la lección de 2022: el comodín del cambio climático no vale para todo.