Caldo mediterráneo: ¿tendremos una gran gota fría?
En esta época empiezan a aparecer las primeras noticias que anuncian la llegada de la gota fría, debido a las altas temperaturas y a un Mediterráneo que está a más de 26ºC. ¿Qué hay de cierto sobre las gotas frías?¿Qué son realmente? Te lo contamos aquí.
Con un Mediterráneo que en estos momentos está hecho un caldo (con una temperatura de más de 26ºC frente a las costas del este y de Baleates) y tras el calor de este verano, muchas personas se empiezan a preguntar si este otoño tendremos una gran gota fría en el litoral mediterráneo. De hecho, suele ser uno de los temas más comentados en los medios de comunicación en esta época del año.
La gota fría causa fascinación y temor a partes iguales, aunque es muy importante señalar que existe mucho mito e información que no es correcta sobre este fenómeno. En primer lugar, hay que insistir que una gota fría no es sinónimo de lluvias torrenciales de consecuencias catastróficas. Y por otro lado, no se trata de una situación exclusiva del otoño. Se pueden escribir muchas cosas sobre este fenómeno, pero nos centraremos en lo más básico.
¿Qué es una gota fría?
Una gota fría o baja desprendida en altura siemplemente es un embolsamiento de aire frío que se desgaja y aisla de una vaguada. En España, el término que se ha dado a esta situación por parte AEMET es el de Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), o Borrasca Fría Aislada (BFA) sí la depresión tiene además un claro reflejo en superficie.
Por sí sola no puede provocar lluvias torrenciales. Se necesita un aporte muy importante de humedad en capas medias y bajas, relacionado con la presencia de vientos de largo recorrido marítimo o el efecto disparo producido por los relieves orientados a los vientos llovedores, entre otras cosas. A lo que se le suma que la zona más inestable de la gota fría se encuentra al noreste de su núcleo (sector de divergencia en altura).
¿Y el mar? El potencial es mayor cuando el mar está más cálido, pero si no hay descuelgues de aire frío no pueden generarse lluvias intensas. Es un plus de energía, pero no es imprescindible. De hecho, en la provincia de Alicante, una de las más castigadas por las inundaciones asociadas a gotas frías, los últimos episodios más destacados se han dado en invierno y primavera (invierno de 2016-2017, marzo de 2017 y abril de 2019).
Episodios más extremos, y no solo en otoño
En el contexto actual de cambio climático, una mayor ondulación de la corriente en chorro se traduce en más descuelgues de aire frío, por lo que probablemente estos episodios de lluvias intensas tenderán a ser más frecuentes y extremos. Y no solo en otoño, sino también en invierno o primavera. Además, en invierno pueden provocar fuertes nevadas y en verano tormentas muy intensas.
España se tiene que adaptar a esta nueva realidad: nos encaminamos hacia un clima en el que los extremos son cada vez más extremos. Pero tampoco hay que usar el comodín del cambio climático para justificarlo todo. La lluvia no mata, pero construir en zonas inundables o no tener unas mínimas nociones de educación ambiental pueden provocar desastres perfectamente evitables. Aún nos queda mucho por aprender.