Bio, orgánico, sostenible y ecológico, ¿en qué se diferencian?
Se han hecho un gran hueco en los lineales de supermercado. El medio ambiente nos importa cada vez más, incluso en la alimentación. Pero... ¿sabemos qué significa bio, ecológico, orgánico o sostenible?
Si bien algunos prefieren diferenciar los tres términos: bio donde no se utilizan organismos modificados genéticamente; orgánico, cuando no se han utilizado “pesticidas” o eco, cuando se ha respetado los ciclos de vida naturales, la realidad es que, según la normativa europea (Reglamento 2018/84), los tres términos son sinónimos, implican lo mismo.
De hecho, el propio Reglamento, bajo el término eco (o ecológico), agrupa bio (o biológico) y orgánico y permite su uso equivalente en toda la comunidad definiendo cuál era el término más adecuado a cada país. En España es “Eco”, en francés es “biologique” o en inglés “organic”. Así cada uno puede elegir lo que quiera. En realidad, esto resume un poco lo que implica el Reglamento en sí. Un despropósito de términos. Vayamos paso a paso.
Concepto de producción ecológica
El Reglamento comienza con la definición de producción ecológica: “ […] es un sistema general de gestión agrícola y producción de alimentos que combina las mejores prácticas en materia de medio ambiente y clima […] que responden a la demanda, expresada por un creciente número de consumidores, de productos obtenidos a partir de sustancias y procesos naturales. […] un mercado específico que responde a una demanda de productos ecológicos por parte de los consumidores y, por otro, proporcionando al público bienes que contribuyen a la protección del medio ambiente, al bienestar animal y al desarrollo rural” .
Qué más quisiéramos muchos que lo que pone en este Reglamento respondiera a las demandas reales de los consumidores y no se basara más en postureo para acallar bocas que en una evidencia clara de mejora en el medio ambiente. Sentimos disgustar a esos consumidores: las sustancias y procesos naturales no existen.
Recursos y tecnología disponibles a utilizar
En el Reglamento se indica: “El recurso a las radiaciones ionizantes […] y organismos modificados genéticamente (OMG) […] es incompatible con el concepto de producción ecológica y con la percepción de los productos ecológicos por el consumidor. Por consiguiente, procede prohibir esas técnicas en la producción ecológica” .
Ya ves, lo bio, eco y orgánico no permite radiaciones ionizantes (más que seguras) o el uso de GMOs porque no es compatible con la percepción del consumidor (que en realidad son más “eco” que los convencionales). Lo mismo ocurre con el uso de fitosanitarios, también se usan, obviamente, otros, pero se usan, aunque el consumidor piense que “eco no lleva pesticidas”. Una locura, vamos.
Y en esos temas, al menos de momento, hay alternativas, veremos con los problemas derivados del calentamiento global.
Eco, salvo algunas cosas
En lo que no hay otras opciones, ocurre esto tan curioso: “Las enfermedades se tratarán inmediatamente para evitar el sufrimiento de los animales. Podrán utilizarse medicamentos veterinarios alopáticos de síntesis química, incluidos los antibióticos, en caso necesario […], cuando no resulte apropiado el uso de productos fitoterápicos, homeopáticos. En particular se establecerán restricciones respecto de los tratamientos y de los períodos de espera” .
Es decir, cualquiera que conozca la evidencia, sabe que los productos homeopáticos no funcionan y que la fitoterapia es lenta, así que básicamente te dice: como ya sabemos que eso no va a funcionar, usa medicamentos normales. En el caso de los períodos de espera después del tratamiento, también se dan en la gestión convencional.
Pimientos eco envasados en plástico
Es verdad que tiene cosas muy bien trazadas, como bienestar animal, algunos fitosanitarios… pero está vacío en temas que son clave ahora mismo como la huella de carbono, proximidad o huella hídrica. Con esto te puedes encontrar con paradojas de unos pimientos que vienen del otro lado del mundo porque aquí no son temporada, bien envueltos en plástico. PERO ECO, BIO, orgánico o como lo quieras llamar, y pagar.
Por si fuera poco, el consumidor cree que está adquiriendo productos más saludables o con menos “tóxicos” (¿tóxicos?) que, en el convencional, y nada más lejos de la realidad. Eco, bio u orgánico hablan de producción, no de si el alimento es sano. Eso lo tenemos que seguir eligiendo nosotros.
Sostenibilidad: objetivo o utopía
Por eso, el objetivo es la última de las cuatro palabras: sostenible. Pero sostenible de verdad, no para que “algunos se callen”. Eliminar la normativa de agricultura convencional y la de agricultura ecológica y, recogiendo lo mejor de cada una con la evidencia científica en la mano, regular una agricultura sostenible.
Lo más importante es dejar de hacernos trampas al solitario pensando que cualquier cosa vale cuando hablamos de alimentación ecológica. Necesitamos algo que realmente sirva y lo necesitamos ya.