Atapuerca: el yacimiento arqueológico que conserva los restos humanos más antiguos de España
Los hallazgos realizados tras las excavaciones cambiaron la forma de entender la evolución humana en la península ibérica, y establecieron conexiones con homínidos procedentes de las estepas siberianas, con los que la especie ibérica estuvo emparentada hace 400 000 años.
Cuando el 8 de julio de 1994, la arqueóloga Aurora Martín Nájera descubrió los restos de un cráneo homínido en el imponente yacimiento de la Gran Dolina, poco podía imaginar que había dado con los huesos de una nueva especie: el 'Homo antecessor'.
Se trata del ancestro humano más antiguo conocido hasta la fecha en la Europa occidental, que habitó la península ibérica hace más de 900 000 años.
Los descubrimientos en la sierra de Atapuerca, situada a unos 15 km al este de la ciudad de Burgos, en Castilla y León, en la que se han encontrado restos fósiles y evidencias de la presencia de cinco especies de homínidos diferentes, cambiaron la forma de entender a los primeros pobladores del Viejo Continente.
¿Cómo era el hombre de Atapuerca?
El Homo antecessor (expresión del latín que puede traducirse como “explorador”, “pionero” o “colono temprano”) vivió en el período Calabriense, durante el Pleistoceno Temprano.
Sus individuos eran relativamente altos (medían al menos 160 cm de altura), fuertes, de pecho ancho y con una morfología facial que recuerdan a los rasgos modernos. Sin embargo, las coronas y raíces de los dientes eran primitivos, y su cerebro era más pequeño que el del Homo sapiens, la especie a la que pertenece la actual humanidad.
Sus extremidades eran largas, sus rótulas delgadas y los pies indican que caminaba y transmitía el peso corporal de manera diferente a los humanos de hoy en día.
Las excavaciones han demostrado que los hombres de Atapuerca ya fabricaban lascas con cuarzo y otros materiales, lo que puede considerarse una incipiente industria achelense (de herramientas de piedra).
Sin embargo, no se han encontrado evidencias del uso del fuego, por lo que se cree que habitaron en el interior de la península en los períodos cálidos y en la costa en los períodos fríos.
Eran recolectores de plantas comestibles y cazadores de pequeños animales. Se organizaban en clanes de 15 a 40 individuos jerarquizados, repartían las tareas y también establecían contactos entre otros grupos, probablemente para evitar la endogamia.
Pero estas muestras de socialización no les impedían practicar el canibalismo. Así lo atestiguan las marcas encontradas en huesos humanos, que sugieren un proceso de descuartizamiento, extracción de carne y raspado superficial para aprovechar mejor la carne.
La sima de los huesos y los primeros ritos funerarios
También en Atapuerca, dentro de la Cueva Mayor, en la conocida como Sima de los Huesos, está la prueba más antigua en Europa de prácticas de carácter funerario en homínidos, lo que se considera un precedente de los enterramientos que, posteriormente, generalizarían los neandertales.
Allí, junto a los restos óseos de la especie Ursus deningeri (antepasado del oso de las cavernas) y de carnívoros (zorros, lobos, linces, león, pantera y otros mustélidos), se han encontrado huesos que corresponderían, como mínimo, a 29 homínidos.
Junto a los restos humanos también se ha hallado una única pieza de industria lítica, un bifaz. Para los expertos, este hallazgo sólo puede ser explicado por un comportamiento excepcional en la evolución humana.
La presencia de esqueletos junto al bifaz, y dado que la Sima no es un lugar donde habitaban los humanos, sería la prueba más antigua de una práctica de carácter funerario.
ADN compartido con nuestros "primos" siberianos
Los descubrimientos realizados en la Sima de los Huesos también han permitido recuperar material genético fósil de estos individuos.
Gracias a la magnífica preservación y las condiciones de temperatura y humedad constantes en el yacimiento, se ha podido secuenciar el ADN mitocondrial y pequeñas cadenas del AND nuclear de esta población que vivió en la península ibérica hace 430 000 años.
La información obtenida no sólo ha permitido confirmar la hipótesis de la relación filogenética con los neandertales, extinguidos hace 40.000 años, de los que el Homo antecesor sería antepasado directo.
También se han encontrado coincidencias con el ADN mitocondrial de los denisovanos, cuyo origen se localiza en las lejanas estepas rusas, lo que hace surgir la inevitable e inquietante pregunta, ¿cómo la especie ibérica pudo hibridarse con una de origen siberiano?