¿Alergia al polen? Las altas temperaturas y la falta de lluvias disparan sus niveles en las ciudades
Lagrimeo, picor de ojos, garganta y congestión nasal. Sin tiempo para recuperarnos de la gripe estacional, el calor adelanta la temporada para los alérgicos. Si te preguntas por qué tienes síntomas durante todo el año, tenemos la respuesta.
Este enero ha sido, según los registros, el más caluroso de la historia. Las temperaturas, inusualmente altas para estas fechas, han ocasionado un adelanto de la floración de árboles y plantas. Otro efecto del cambio climático. En muchos casos la falta de lluvias, necesaria para purificar el aire, también contribuye a la concentración de pólenes en la atmósfera.
Así que comienza antes de tiempo una época complicada para los más de 8 millones de personas que, en España, según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), padecen alergia a estas partículas microscópicas.
En algunas ciudades españolas como Madrid, Córdoba, Granada, Béjar y Burgos, la concentración de polen se encuentra en niveles propios de principios de marzo. En estos lugares, se concentran más de 135 granos de polen por metro cúbico. A partir de los 50 comienzan a desarrollarse síntomas alérgicos.
¿Qué es la fiebre del heno?
La alergia al polen, también conocida como fiebre del heno o rinitis alérgica estacional, es una reacción alérgica que ocurre cuando el sistema inmunológico reacciona de manera exagerada al polen liberado por plantas, árboles, pasto o maleza.
Cuando las personas alérgicas inhalan el polen, el sistema inmunológico percibe incorrectamente que es una amenaza y libera sustancias químicas, como la histamina, que desencadenan los síntomas alérgicos.
Estos incluyen estornudos, picor en la nariz, congestión nasal, secreción nasal acuosa, escozor en los ojos, lagrimeo, picazón en la garganta y tos. En los casos más graves, aparece el asma. Todos estos síntomas pueden variar en severidad y, desde luego, afectan a la calidad de vida de quienes los experimentan.
Por eso, es importante realizar un diagnóstico mediante pruebas cutáneas o análisis de sangre para detectar la presencia de anticuerpos específicos (IgE) contra el polen, identificar los factores desencadenantes. Tomar medidas para reducir la exposición durante las temporadas de mayor concentración de polen también resulta esencial, aunque complicado.
Tres tipos distintos de alergia al polen
Existen numerosos tipos de polen que pueden desencadenar alergias en las personas sensibles, pero, en general, se incluyen dentro de estas tres categorías.
Polen de árboles
Los que frecuentemente causan la rinitis alérgica son el polen de abedul, álamo, olmo, roble, olivo o chopo. Aparece habitualmente en primavera y, al ser más pesado, sedimenta con rapidez y es necesario situarse cerca del árbol para inhalarlo. Por ello, es el más fácil de prevenir la alergia evitando la exposición.
Polen de malezas
El polen de las hierbas y arbustos silvestres que crecen en los bordes de las carreteras, campos de cultivo o descampados, puede ser muy alergénico. En España el más común es el Plantago lanceolata, que se conoce por múltiples nombres, como alpiste, siete nervios, diente de león, hierba de lagartija u orejillas de liebre.
La artemisia, el cenizo blanco (Chenopodium album), el cardo ruso (Salsola kali) o la hierba ratonera u ortiguilla (Parietaria judaica) son otras especies a tener en cuenta por los alérgicos al polen.
Aquí, la mala noticia es que los periodos de polinización se extienden desde febrero a noviembre, lo que provoca una clínica multiestacional. Además, pesa muy poco, por lo que es fácilmente transportado largas distancias por el viento.
Polen de gramíneas
Entre mayo y junio este tipo de alergia, causada por el polen de la avena, el carrizo, la cebada o el centeno, el césped, el heno o el trigo, está en pleno apogeo.
Una curiosidad: los alérgicos al polen de gramíneas pueden consumir cereales (salvo que tengan diagnosticada una intolerancia), pero, en algunos casos, la aplicación de productos en forma de cremas o jabones que las contienen sí puede producir dermatitis.
Cómo paliar los síntomas
Una vez que se ha diagnosticado la alergia al polen, el médico puede recetar antihistamínicos, descongestionantes, esteroides nasales u otros medicamentos pautados para controlar los síntomas.
Además del tratamiento farmacológico, algunas personas con alergia al polen también pueden beneficiarse de la inmunoterapia, es decir, de las conocidas como vacunas contra la alergia.
Esto implica exponer de manera gradual al organismo al alérgeno para desensibilizar el sistema inmunológico y reducir la severidad de las reacciones alérgicas.