Alarma por la erosión del suelo, preocupa ¡y mucho!
Si los seres humanos no replanteamos las prácticas que van erosionando los suelos, para 2050 habremos degradado un gran porcentaje, vitales para nuestro desarrollo y para generar alimentos.
Uno de los mayores problemas que enfrenta el mundo está asociado con la erosión del suelo y la pérdida de capacidad productiva. El viento, la lluvia y las técnicas de cultivo industrial aceleran el proceso de erosión. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la Agricultura), este problema debe mitigarse antes de que el mundo se enfrente a pérdidas calamitosas en términos de rendimientos agrícolas y funciones críticas de los ecosistemas.
Para María Helena Semedo, Directora General Adjunta de la para el clima y los recursos naturales de la FAO, “los impactos negativos de la erosión del suelo son cada vez más evidentes y la necesidad de trabajar conjuntamente cada vez más urgente". En el marco de un congreso mundial sobre erosión en Roma, Semedo también dijo que la mejor prevención se inicia con la educación, y con acciones concretas.
Los números son realmente graves. Hoy en día, el equivalente a un campo de fútbol de tierra se erosiona cada cinco segundos, y el planeta se encuentra en un camino que podría conducir a la degradación de más del 90 por ciento de todos los suelos para 2050. A ese escenario se le suman los impactos del cambio climático con fenómenos que van resultando cada vez más extremos.
El cambio climático potencia la erosión
El listado de actividades que impactan sobre el suelo es largo. La agricultura intensiva, el monocultivo, el sobrepastoreo, la expansión urbana, la deforestación y las actividades industriales y mineras, contribuyen a acelerar la erosión del suelo. Este escenario puede provocar pérdidas en el rendimiento de los cultivos de hasta el 50 por ciento.
Las partículas de carbono orgánico son las más vulnerables a ser lavadas o arrastradas por el agua o el viento. La erosión también reduce el potencial del suelo para ayudar a mitigar y adaptarse al cambio climático, provocando un "círculo vicioso" en el que los fenómenos meteorológicos extremos y la erosión del suelo se refuerzan entre sí.
El suelo es un recurso no renovable
El conocimiento de cómo se produce la erosión del suelo y cómo se puede controlar está firmemente establecido. De todas formas, se necesita más investigación sobre cómo medir las tasas de pérdida de suelo y el presupuesto de las medidas para reducirlas. Todavía hay desacuerdo sobre si la erosión convierte el suelo en una fuente o sumidero para las emisiones de carbono. Tampoco hay certeza sobre cómo influyen por su tamaño las gotas de lluvia en el suelo.
La evidencia es clara al demostrar que las tasas de erosión del suelo en tierras agrícolas con estrategia de arado convencional, o en pastizales de pastoreo intensivo, son notablemente mayores que la erosión bajo la vegetación nativa. En esos casos, la tasa de erosión es mucho más alta que la tasa de formación de suelo.
A todas luces, queda claro que estamos en el proceso de agotar un recurso no renovable. Por todo ello, la cobertura vegetal -incluyendo arbustos, árboles, pastos resistentes, cultivos de cobertura y rastrojos- puede reducir la erosión eólica en más del 80 por ciento y también mejorar la capacidad de absorción de agua.