¿Acabará el cambio climático con la salsa de tomate y el kétchup?
La escasez de agua, la subida de los precios y las temperaturas excesivamente elevadas están suponiendo un problema en el cultivo del tomate en todo el mundo. ¿Podría llegar a desaparecer el kétchup?
¿Quién no disfruta de una buena hamburguesa con kétchup rebosando por todos costados? ¿Y esas patatas donde se ve más kétchup que patata? ¿O un buen plato de pasta con su tomate recién hecho?
Este producto, el tomate, que ahora mismo tenemos a nuestra libre disposición, es probable que en un futuro no muy lejano sea un bien de lujo poco accesible, o que incluso pueda llegar a desaparecer.
Las altas temperaturas han reducido drásticamente la producción del tomate.
Aunque suena a un discurso distópico, damos fe que no es ninguna broma, y lo ilustra este dato: en los últimos años, el aumento de la temperatura en toda Europa ha provocado una reducción del 80% de la producción de tomate.
Sobra decir el daño que está causando el cambio climático en todos los aspectos de la vida, y el cultivo del tomate tampoco se libra de ello. Las olas de calor, cada vez más frecuentes, inciden en el momento en que las plantas de tomate empiezan a florecer y muchas acaban marchitándose.
Y es que la temperatura ideal para el crecimiento de esta hortaliza ronda los 21-29 ºC durante el día, y los 18-21 ºC por la noche, por lo que valores fuera de estos rangos repercuten en que el tomate fructifique o no.
El exceso de calor es uno de los principales riesgos que tiene el cultivo del tomate, pero no el único. La actual sequía que sufrimos ha dejado a los agricultores con una gran escasez de agua. Ellos ya han puesto de su parte, reduciendo el consumo del agua, modificando el riego por goteo enterrado, pero queda mucho por hacer. Y eso por no hablar de que los inviernos tan cálidos que estamos viviendo, que provocan plagas y enfermedades en el interior de la hortaliza e inutiliza su uso.
La inflación y la guerra en Ucrania han hecho saltar más las alarmas
Otro de los problemas añadidos al calor y a la falta de agua es el encarecimiento de los precios y los problemas en la cadena de suministros relacionados con la actual guerra entre Rusia y Ucrania, además de la inflación galopante que estamos sufriendo. Una amalgama de factores que afecta a todos, desde el agricultor, pasando por el procesador hasta el vendedor, y que irremediablemente acaba afectando al bolsillo del consumidor.
Ante esta situación que puede llegar a ser crítica, algunos ya han empezado a poner su granito de arena, como es el caso de la compañía estadounidense agroalimentaria Heinz. Ya hace un tiempo presentó su nuevo producto, un kétchup hecho a partir de tomates que habían sido cultivados en un ambiente parecido al suelo, temperatura y agua de Marte.
Cabe destacar también el trabajo de unos investigadores israelíes que hace unos meses desarrollaron una nueva variedad de tomate más resistente a las condiciones de sequía, aunque queda mucho por descubrir todavía.
Y es que teniendo en cuenta que el 70% de los hogares españoles consume tomate fresco a diario, deberíamos ser más conscientes de lo que nos depara el futuro si entre todos no tomamos cartas en el asunto.