¿A qué hora es mas probable morir? La ciencia tiene la respuesta
Igual que nuestro reloj biológico regula el sueño o los momentos en los que sentimos hambre, también influye en el cese de las funciones del cuerpo. Por eso, existe una hora en la que es más probable morir.
Determinar el momento exacto de nuestra muerte sigue siendo un enigma imposible de resolver. No obstante, la ciencia ha establecido un patrón que apunta a cuál es la hora más probable de fallecer de forma natural, y que está relacionado con el ritmo circadiano y ese reloj biológico que hace tictac en nuestro interior.
El ritmo circadiano regula una serie de procesos fisiológicos y comportamientos en los organismos vivos, incluidos los seres humanos. Este ritmo está influenciado principalmente por la luz y la oscuridad del entorno, aunque también puede verse afectado por otros factores como la alimentación, la temperatura o la genética.
Un reloj maestro interno sincroniza los procesos biológicos
El núcleo del ritmo circadiano está ubicado en el hipotálamo y actúa como un reloj maestro que coordina y sincroniza los patrones de sueño y vigilia, así como otros procesos biológicos, como la temperatura corporal, la secreción de hormonas, el metabolismo o el rendimiento cognitivo.
Por eso, hay ciertos momentos del día en los que las personas tenemos más capacidad de concentración, sentimos más fuerza muscular, nuestra presión sanguínea está más elevada o la actividad de nuestros intestinos se reactiva.
Existen mutaciones genéticas capaces de ajustar este reloj interno. Serían las responsables, por ejemplo, de que miembros de una misma familia observen una tendencia madrugadora o, por el contrario, noctámbula.
¿Cuál es la hora en la que existen más probabilidades de morir?
Un estudio llevado a cabo por el Departamento de Neurología del Centro Médico Beth Israel Deaconess, un hospital universitario de la Facultad de Medicina de Harvard ubicado en Boston, la capital del estado estadounidense de Massachusetts, ha determinado que nuestro reloj biológico también influye en el desencadenamiento de eventos médicos agudos como derrames cerebrales y ataques cardíacos, que son las principales causas de lo que conocemos como muerte natural.
La investigación, que inicialmente estaba centrada en el estudio del patrón de sueño-vigilia, sirvió para hacer un descubrimiento inesperado: del mismo modo que la mayoría de los procesos fisiológicos tienen un ritmo circadiano, es decir, suceden predominantemente en determinadas horas del día, también hay un ritmo circadiano para la muerte.
Los investigadores concluyeron que el momento más común para morir es alrededor de las 11 de la mañana. Pero, atención, como nuestros ritmos circadianos están influenciados por la genética, aquellas personas con tendencia a acostarse y levantarse más tarde también podrían ver retrasada la hora de su muerte, concretamente, sobre las seis de la tarde.
En el mismo sentido, la Revista española de Cardiología ha publicado un estudio de, entre otros, el Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Ramón y Cajal en Madrid, y el Departamento de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona.
En él se observan picos de incidencia de infarto agudo de miocardio, isquemia miocárdica, parada cardíaca extrahospitalaria, muerte súbita y fibrilación auricular paroxística en la población general durante las primeras horas después del despertar.
¿Y el día de la semana?
Este último estudio hace otro descubrimiento sorprendente, y es el aumento de las incidencias de infarto agudo de miocardio y de muerte súbita en la población general un día concreto de la semana: el lunes.
Esta circunstancia se atribuye al paso de un período de actividad no programada a uno de actividad programada, lo cual respalda la hipótesis de que los factores desencadenantes externos pueden desempeñar un papel en la causalidad aguda de esta patología.
Más posibilidades de fallecer en los meses fríos
El ritmo circadiano también está influenciado por las estaciones del año. Y es en los meses más fríos cuando aumenta la probabilidad de defunción.
Evidentemente, influye la mayor incidencia de enfermedades respiratorias como la gripe o la neumonía, que pueden agravarse en personas con sistemas inmunológicos debilitados, como los ancianos o aquellas con problemas de salud preexistentes.
Pero existen varios mecanismos fisiológicos que también pueden intervenir en esta variación estacional y que explican la cronobiología de la muerte en base a los ritmos circadianos. Los más importantes son el estrés hemodinámico y la activación neurohumoral (ayuda a incrementar la frecuencia cardíaca y a mantener la tensión arterial), relacionados con una disminución de la temperatura ambiente, que pueden agravar la insuficiencia cardíaca.