¿Qué son las PM2.5 y, siendo dañinas, por qué ahora son una buena noticia?
La contaminación del aire es el mayor riesgo medioambiental para la salud en Europa. Un indicador son las PM2.5, pequeñas partículas que llegan a nuestros pulmones. Esto es tan real como que la adopción de medidas ha reducido el número de muertes prematuras en la UE atribuibles a estas un 45%.
No sólo accidentes cerebrovasculares, cardíacos o muertes prematuras. Esta contaminación ambiental también causa morbilidad. Es decir, también hay población que padece enfermedades relacionadas con la exposición al aire contaminado. Esto disminuye la calidad de vida, reduce los años de vida con buena salud y supone un sobrecosto en atención sanitaria. Y todo esto debido al contaminante que causa impactos más severos en la salud humana. Las PM2.5
¿Qué son las PM2.5?
Las siglas PM significan material particulado o materia particulada. Se refieren a las partículas de distintos tamaños suspendidas en el aire que respiramos disminuyendo su calidad. En ellas se incluyen sustancias químicas orgánicas, polvo u hollín.
Entre ellas, podemos diferenciarlas por diferentes tamaños, PM10 y PM2.5. Donde el 10 y el 2,5 se refieren a micras. Estas últimas sólo son visibles al microscopio electrónico.
El origen está asociado en su mayoría a la actividad humana, aunque podemos diferenciarlo entre un origen primario, debido al tráfico, emisiones relacionadas con calefacciones, industria, construcción… y de origen segundario que se ocasiona a partir de reacciones en la atmósfera.
¿Por qué son peligrosas?
Cuanto más pequeñas son, más profundo llegarán en nuestros pulmones transportando sustancias dañinas a zonas muy sensibles provocando enfermedades y agravando las existentes.
Uno de los grandes problemas es que, al ser tan pequeñas, la suspensión en el aire se ve favorecida, igual que su permanencia.
Está claro, que cuanto más bajos sean los niveles de contaminación ambiental, mejor será la salud de la población, así que la adopción de inversiones y políticas centradas en utilizar medios de transporte menos contaminantes, mejorar la eficiencia energética de edificios tanto en empresas como en viviendas o incluso mejorando la gestión de residuos urbanos, disminuirá la producción de PM2.5 y mejorará nuestra salud.
A las pruebas nos remitimos
En el plan de acción de contaminación cero de la UE se establece el objetivo de reducir el número de muertes prematuras causadas por PM2.5 en un mínimo del 55% para 2030 en relación con las de 2005.
Pero es que el número de muertes prematuras en la UE atribuible a PM2.5 cayó un 45% entre 2005 y 2020. Si continúa este descenso, se conseguirá el objetivo del 55% en 2026 a nivel europeo (sí, estoy sonriendo un poquito, nos hace falta ver que hay un poco de esperanza). Esto podría asociarse con la disminución de estas concentraciones anuales de PM2,5 en un 22% en la década 2009-2018.
Sonreía un poquito, pero sólo un poquito. Continuar disminuyendo las concentraciones de PM2.5 al ritmo actual en los próximos años será un reto y no sólo en Europa. Un 91% de las muertes prematuras asociados a esta contaminación se producen en países con bajos y medianos ingresos y la necesidad de la perspectiva global es tan necesaria como que ese rayito de esperanza se enfriará si no lo conseguimos entre todos.