Este sábado se cumplen 20 años de la gran riada de Alicante
Durante la mañana y el mediodía del 30 de septiembre de 1997 el cielo se abrió sobre Alicante. Se registraron más de 270mm y la ciudad se sumió en el caos. Esta avenida, junto con la vivida en 1982, cambió el núcleo urbano para siempre.
El 30 de septiembre de 1997 es una fecha que está grabada en la memoria de todos los alicantinos, y en general en la de los aficionados a la meteorología. Dos trombas de agua, cortas de duración pero extraordinarias en cuanto a intensidad, descargaron sobre la ciudad de Alicante, registrándose más de 270mm en pocas horas en el observatorio del Instituto Nacional de Meteorología (lo que es hoy en día es AEMET), aunque en algunos barrios los acumulados probablemente fueron mayores.
Se trató de un episodio de una virulencia totalmente inesperada, como comentaremos más adelante, y de carácter muy local, ya que los acumulados en otras localidades de la provincia, aunque significativos para la zona, fueron modestos en comparación con los de la capital. Hablar sobre este episodio nos ocuparía mucho, por lo que hemos intentado resumir algunos de los aspectos más importantes.
La situación sinóptica de aquel día es la clásica asociada a los episodios de alta intensidad horaria en el litoral mediterráneo. Para no extendernos demasiado en aspectos técnicos, señalaremos que se cumplían varios requisitos necesarios para la génesis de lluvias torrenciales en la provincia de Alicante, destacando la presencia de una DANA en el sector del Golfo de Cádiz y la instalación de un centro de altas presiones abarcando parte de Europa, con el núcleo situado en Francia, inyectando un flujo de levante muy húmedo y cálido sobre el litoral mediterráneo. Ingredientes básicos a los que se le sumaron la alta temperatura del Mediterráneo, arrastre de aire cálido en capas medias procedente de África y la formación de una pequeña baja en el Mar de Alborán.
Aunque en los días anteriores la DANA se había dejado sentir sobre Málaga o Cádiz, con acumulados superiores a los 100mm, la previsión en Alicante para el día 30 de septiembre señalaba que predominarían los intervalos nubosos, con algún chubasco. El fallo de la previsión probablemente se debió al desplazamiento errático de la depresión en altura, que es uno de sus rasgos más característicos, y que 20 años después nos sigue dando quebraderos de cabeza a los que estamos metidos en el mundo de la predicción.
El día comenzó con el cielo verdoso en la capital alicantina, presagiando que se preparaba algo extraordinario. Desde las 8:50h hasta las 12:30h cayeron unos 120mm, pero hacia las 13:00h comenzó la segunda tanda, la más intensa, y en menos de dos horas se acumularon unos 150mm más. Quedó de manifiesto que las obras realizadas tras la otra gran riada de la ciudad, en octubre de 1982, eran insuficientes ante una tromba de tal magnitud, y que era necesario actuar de forma urgente en una capital que creció a golpe de ocupar o constreñir barrancos.
Alicante quedó sumida en el caos y aislada, el dolor y el miedo se convirtieron en la rutina de aquel día, que además perdió a 5 vecinos arrastrados por la fuerza del agua. Hubo un cambio de la percepción del riesgo debido a este y otros episodios de aquellos años, se aprobaron medidas muy urgentes, que comentaremos en otros artículos. Pero la naturaleza de nuevo nos dio una lección, y como siempre aprendimos a golpe de desastre.