¿Se está convirtiendo España en desierto como se dijo? Expertos hablan
Hace unos años se hablaba mucho del riesgo de desertificación en España, pronosticando que Alicante sería como Túnez en un plazo que, en algunos casos, ya ha acabado. ¿Qué fue de ella? Maldonado, Martín y Viñas comparten sus reflexiones.
Hoy es el Día Mundial de Lucha contra la Desertización y la Sequía, una conmemoración que este año cae en un contexto ciertamente sahariano en nuestro país, con la calima cubriendo el cielo y temperaturas muy altas que están a punto de batir nuevos récords. En los años noventa y en el comienzo de este siglo, las informaciones sobre cambio climático versaban sobre una España tendente al desierto en un plazo que, en algunos casos, llegaba a corresponder a la fecha actual. Hemos juntado a los expertos de Meteored para reflexionar sobre esta cuestión que tanto ha llegado a preocupar, y estas han sido sus respuestas.
José Antonio Maldonado: “La precipitación total en España hasta ahora no ha cambiado”
Lo que sí parece prácticamente incuestionable es que la tendencia de los valores termométricos es ascendente, lo que no quiere decir que cada año sea más cálido que el anterior, pero observando los registros de unos años atrás está claro que esa tendencia se ha producido.
Ahora bien, en contra de lo que pueda parecer o incluso se comente, no ocurre lo mismo con la precipitación total en España que se viene manteniendo. La media de precipitación anual en la Península desde 1981 es de 640,9 litros por metro cuadrado y, con los lógicos altibajos entre unos años y otros, ese promedio no experimenta variaciones especialmente significativas.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que, exceptuando las regiones del Cantábrico, España es un país con más años secos que húmedos dada nuestra latitud y que son frecuentes los periodos con escasas precipitaciones, aunque a veces se nos olvida.
En resumen, parece que llueve menos días, pero lo hace con más intensidad y de ahí que la cantidad de agua caída se mantenga y que el pronóstico que, en su día se hizo acerca de que en 2020 habrían aumentado considerablemente las áreas desérticas, no se haya cumplido. Solo han ganado algo de terreno las zonas de estepa en el sureste, el centro y la cuenca del Ebro.
Francisco Martín: “Puede que los patrones atmosféricos estén tendiendo a una creciente subtropicalización”
Las zonas mediterráneas son unas de las más amenazadas por los procesos de sequía y desertificación en un mundo cada vez más cálido, y la Península y Baleares no se escapan de este problema. Tanto la desertificación como la sequía no son problemas puros y estrictamente meteorológicos e intervienen múltiples factores sobre los que hay que actuar.
Atendiendo a los aspectos meteorológicos, y de acuerdo con las proyecciones del IPCC, las temperaturas y las olas de calor tenderán a aumentar e intensificarse en el futuro, mientras que la precipitación, al menos en nuestra zona, no experimentará cambios en sus valores medios, aunque al parecer tenderán a ser más extremas: cae mucha agua en periodos muy cortos y los suelos no son capaces, a veces, de absorber el excedente de lluvia.
Sí es cierto que la subida de temperaturas hará que la evaporación de los suelos y de las plantas sea mayor creando un estrés y déficit en muchas zonas. Las peores serán aquellas que, particularizando a España, tengan climas áridos o semiáridos: estas regiones agudizarán su carácter climático y quizá aumentarán su extensión (zonas del sureste, Castilla- La Mancha, Extremadura y el Valle del Ebro).
En este sentido, y relacionado con este tema, hay dos vías de investigación complementarias sobre las estructuras atmosféricas que nos afectarán en el futuro: o los patrones atmosféricos están cambiando con una evidente subtropicalización de España… o los mismos patrones atmosféricos están “dopados” por altas temperaturas en su seno. El debate y las respuestas finales “están en el aire”, nunca mejor dicho.
José Miguel Viñas: “Cerca de tres cuartas partes de la superficie de España podrían verse afectadas por la desertificación”
La mayor parte de las informaciones de cambio climático abordan cuestiones que atañen a la evolución futura de las temperaturas y de las precipitaciones, pero no tanto a la desertificación; que si bien podemos ligar al comportamiento de ese par de variables meteorológicas, representa por sí mismo un riesgo lo suficientemente importante para llamar la atención sobre él. Esto sobre todo en un país como España, donde la aridez afecta a una parte importante de territorio y con proyecciones climáticas que apuntan a una reducción de las precipitaciones en algunas zonas de Europa –aparte de su mayor irregularidad e intensidad– y a un aumento de la frecuencia e intensidad de las sequías.
El riesgo a una degradación de los suelos, por una pérdida creciente de agua es elevado. Aunque con frecuencia se tilda de exagerada la frase de que el Sahara invadirá la Península, convirtiéndonos en una especie de sucursal de este gigantesco desierto, lo cierto es que cerca de tres cuartas partes de la superficie de España podrían verse afectadas por la desertificación, en mayor o menor medida. Algo así impactaría muy negativamente en la agricultura y el medio natural, amén de las pérdidas económicas y de biodiversidad derivadas de ello.